Cuando analizas los dos primeros discos de Maiden te das cuenta 50 años después de como pasaron de un primer intento innovador y diferente para su época que se convirtió en algo bueno pero defectuoso, a un segundo disco que encontró el sonido que todos los fans de siempre conocemos y entendemos.
Después de varios intentos, hasta cinco, de encontrar un productor acordé para no cometer los errores del primer disco sin que ellos lo supieran, en Long Island, a las afueras de Nueva York, el destino y las circunstancias estaban a punto de poner fin a las continuas decepciones de buscar un productor para Maiden.
El productor Martin Birch estaba visitando a Ritchie Blackmore. Eran los primeros días de verano de 1980 y Birch había trabajado recientemente en el Heaven And Hell de Black Sabbath y era muy conocido por bandas como Whitesnake o Deep Purple cuyo sonido le encantaba a Harris. En aquella visita entre amigos, Blackmore le puso a Birch el disco de debut de Iron Maiden y le dijo… “los tenías que haber grabado tú” y aquello fue el principio.
Maiden nunca había pensado que un productor como Birch tuviera el más mínimo interés en trabajar con ellos. Siempre estuvo su nombre como una opción, pero nunca se consideraron dignos de apuntar tan alto en un productor. Cuando finalmente Birch y Harris se conocieron, este le dijo al bajista que le hubiera encantado haber producido el primer disco. En otras palabras, aquello selló la colaboración para el siguiente disco. Y fue a principios de diciembre de 1980, después de una pequeña gira por UK para presentar el nuevo guitarrista de la banda, un joven Adrian Smith que entraron en los Battery Studios de Londres a intentar crear Killers.
Birch había estudiado a Iron Maiden, su sonido y sobretodo sus caracteres y vicios de trabajo y quería conseguir sobretodo que se sintieran a gusto en el estudio con el fin de conseguir la mejor versión de un grupo tan inexperto como joven. Los colocó en el medio de la sala y les pidió que tocaran en vivo todas las canciones. Que las tocaran como las tocarían en un concierto que las grabarían y luego ya se encargarían de grabar sobre grabaciones para pulir sonidos y enmendar errores. Birch era un apasionado de los sonidos naturales de las bandas, y eso se da en los escenarios algo que con Maiden capturó a la perfección con su método de trabajo. Birch tuvo claro desde el primer momento que el punto fuerte del ADN Maiden era el directo y en particular de Harris y supo adaptarlo al proceso de grabación.
En ese momento otro aspecto importante fue la salida de Stratton que fue reemplazado unas semanas antes de entrar en estudio por Adrián Smith. Un joven talentoso guitarrista amigo de la infancia de Dave Murray y líder de la banda rival de Maiden en Londres. Con Smith y Birch parecía que Maiden alcanzaría por fin un sonido cercano a lo que tenía en mente Steve.
Cuando ves los dos primeros disco no deja la menor duda que las canciones de IRON MAIDEN, son mucho más impresionantes que en KILLERS, pero no se puede negar que el sonido por excelencia de Maiden nació con el segundo. Graves mucho más potentes, baterías contundentes, guitarras más afiladas y una voz mucho más pulida y alejada de los tintes punk. Algo que se convirtió en el sello definitivo de los discos Maiden de los 80’s gracias a las habilidades de Martin como productor e ingeniero.
Martin en el estudio era implacable, en cierta manera era hasta acosador de la banda para obligarles a pesar de su ya importante formación musical a ponerse manos a la obra y volverse mucho más fuertes y disciplinados. A pesar de todo para Birch trabajar con Maiden fue fácil porque desde el principio supo y congenió en un 99% de las cosas con quien tenia el poder: Steve Harris. Aquello refrescó a un Martin que venia de trabajar con genios como Sabbath o Whitesnake que eran un auténtico caos alimentado por las drogas.
Martin Birch ayudó a dar origen al sonido clásico de Maiden con Killers, y marcó el rumbo de los 80’s de la banda pero irónicamente Killers también se encontró con innumerables críticas ya que una auténtica combinación de fuerzas se enfrentó a Maiden.
Por un lado, era una época en que existía una extrema rivalidad entre bandas y el sorprendente debut de IRON MAIDEN, junto a sus primeras giras teloneando a grupos consagrados como Judas Priest o Kiss ayudó a que afloraran ciertas envidias y por consiguiente feroces críticas.
Enarbolarlos como punta de iceberg de la NWOBHM volvió a levantar ampollas entre otras bandas que se consideraban más merecedoras del cetro de la nueva ola de metal y eso dividió a parte de la prensa que en muchas ocasiones se cebó con ellos. Killers recibió auténticas palizas de críticos en el Reino Unido mucho más afines a otras bandas.
Pero a pesar de las criticas KILLERS se vendió mucho mejor que el disco homónimo y dio paso al nacimiento del sonido Maiden. El disco estableció muchas características que hicieron a la banda dominar el Heavy Metal en los 80’s.
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Martin Birch se convirtió en una auténtica leyendas convirtiendo al grupo en un icono del metal prácticamente desde cero. Durante la siguiente década Martin produciría todos los discos de Maiden hasta el último en 1992 con Fear Of The Dark.
Birch encontró en Iron Maiden esa banda joven de calidad que podría guiar hasta el estrellato, mientras que ellos encontraron en Martin ese productor que les apartara lo necesario para dejar atrás sus años de formación y entrar en el olimpo de los dioses del Heavy Metal.
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